Café Bar San José

Café Bar San José. Otro rincón sin tiempo del sur de la ciudad. Un pedazo de barrio allá en Constitución. Está ubicado en la esquina de San José y Carlos Calvo. Lleva abierto más de 80 años. Luce insignias del Club Deportivo Español y River Plate, un maridaje muy frecuente entre viejos «gallegos» gastronómicos. (La comunidad italiana siempre se inclinó por Boca Juniors). No contamina charlas ni silencios ni reflexiones con música ambiental. La sonoridad del local es la gente. Y un televisor, con muy bajo volumen, que (creo) informa a sus parroquianes hora, día y año que sucede afuera.
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Crónica Café/La Ibérica

Buenos Aires es una sobredosis de información. Caminarla es recibir a cada paso diferentes referencias de época, culturas, arquitecturas, que lejos están de las urbanizaciones armoniosas y relajadas de otras ciudades del mundo. En ese caos tan agobiante (como también excitante) se ocultan tesoros que aún estando en senderos que se recorren con frecuencia ocultan sitios que cuentan la historia de vida porteña. Hace pocos días circulando en auto por la Avenida Entre Ríos, en el cruce con Cochabamba, observé algo que me llamó la atención. Debo decir que en 55 años no lo había notado (el Café, me enseñaron luego, data de 1950), pero esa tarde noche, con esa luz invernal, La Ibérica brilló como nunca. Pocos días más tarde volví. De mediodía. La esquina se me presentó como un espacio noble. Entrada de roble a dos hojas, piso original, barra con estaño, ventana guillotina; un espacio con carácter.

La Ibérica, Constitución - Ph: Café contado

La Ibérica, Constitución – Ph: Café contado

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Dany

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Café Dany, Barracas – Ph: Café contado

El Café Dany está en la calle Dr. Ramón Carrillo 306. Este dato no debe decir mucho para quienes no frecuentan la zona sur de la ciudad, pero quizás sí lo sea su denominación anterior: Vieytes (y aún antes fue Salta que llegaba hasta el Riachuelo). Decir «Vieytes» «Borda» o «Moyano» son sinónimos. Remiten automáticamente al Hospital Neuropsiquiátrico de la Ciudad. A los locos. Horacio Ferrer lo inmortalizó en el mítico Balada para un loco cuando dice De Vieytes nos aplauden: «¡Viva! ¡Viva!», los locos que inventaron el amor; y un ángel y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador.

Pues el Dany queda frente al Borda. Aunque el soldado ya no se ve (y eso que la zona está custodiada por Prefectura); niñas, con absoluta certeza, ya no circulan por la zona; y, sí deben seguir bailando algunos ángeles por el barrio. Sigue leyendo

Café San Antonio

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Café San Antonio, Barracas – Ph: Café contado

El Café San Antonio fue una verdadera sorpresa en mis habituales recorridos (junto a Rita, obvio). Uno puede sospechar que patrimonios históricos como estos todavía existan en el aleph borgeano que es Buenos Aires. Pero se los imagina en rincones más periféricos. Aunque Barracas, por circunstancias históricas (y ubicación geográfica) es también el arrabal (como se denominan por otra parte los hinchas del mítico Sportivo Barracas). En fin, que a esta altura de mi vida, el andar sin rumbo, me regale estos descubrimientos es lo que mantiene a altas temperaturas mi amor por la ciudad.

La frase inmediata que surge al entrar al San Antonio es «parece como si el tiempo se hubiese detenido». Pero no, el paso del tiempo se observa en cada azulejo, botella, imagen. Sigue leyendo

Rosmari

El último café contado (Café Saavedra) refirió a los bares próximos a las estaciones ferroviarias. Almagro es un barrio atravesado por el ferrocarril, sin embargo las vías circulan varios metros por debajo del nivel de la calle. Los cafés entonces duplican sus secretos porque al misterio del adiós que siembra el tren se le suma la magia de los puentes que remiten a ciudades milenarias de otros continentes. En la esquina de Lezica y Rawson se da esta combinación (poco común en una Buenos Aires plana con pocos desniveles). El resultado es Rosmari, un sitio que de haberlo conocido Jorge Luis Borges lo hubiese tomado como esquina rosada para un cuento de cuchilleros, o parador durante sus caminatas cuando avanzando desde el norte se adentraba en el sur de la ciudad. Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme, «El sur» (1956).

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Bar Rosmari, Almagro – Ph: Café contado

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Bar Argerich

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Bar Argerich – Ph: Café contado

El Argerich está en la puerta de entrada a La Boca. Sin embargo la imponente presencia del Hospital (Argerich) lo condiciona y otorga carácter de Café de Guardia. Tiene una mistura auténtica. De nula impostura. Por un lado, es un bar de laburantes, pero también acoge a aquellos que fueron expulsados del sistema laboral. Sus otros habitues cotidianos son visitadores médicos, más los enfermeros y profesionales que se cruzan constantemente para escapar del stress hospitalario. También, lógicamente, sus mesas se nutren de familiares de internados que recargan energía en las mesas.

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Bar Argerich – Ph: Café contado

El mobiliario del bar es sencillo y sobresale el color gris. Extraña paleta cromática teniendo en cuenta que sirve de ingreso a la República de la Boca. Su interior me condujo sin desvíos hacia la obra Gris de ausencia,  de Roberto Tito Cossa (1981), que representa una rara mueca del exilio. El de los europeos que vinieron a poblar la Argentina (en particular, los italianos, y especialmente en La Boca) y otro exilio, el de la descendencia, los argentinos que tuvieron que huir hacia Europa perseguidos por la Dictadura Militar. El Bar Argerich lo resume todo el recorrido histórico de nuestro país en su interior. Sigue leyendo

Fotos que dicen/28

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Bar Argerich – Ph: Café contado

 

«Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?…»

La última curda, Cátulo Castillo (1956)

La Buena Medida

La Boca es uno de los barrios más representativos de nuestra historia. Nació (prácticamente) a la par de la Fundación de la Ciudad, fue puerto, acompañó el desarrollo de la nación, recibió las oleadas inmigratorias, sufrió profundas crisis y se le conocen varios resurgimientos. Barrio con muchos de los Cafés Notables de la Ciudad. Pero con uno, en particular, que también podría integrar el listado de los cafés que apenas se notan o cafés del bajo fondo: La Buena Medida.

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La Buena Medida queda en Suárez 101, esquina Caboto, frente a una plaza mítica que fue la primera del barrio e inaugurada en 1894: Plaza Solís. En esa plaza, en abril de 1905, nació Boca Juniors. Pavada de capital simbólico. En ese mismo año, en una de sus cuatro esquinas, también abrió este almacén-bar que abastecía a toda la barriada y al pujante movimiento portuario. Es probable que el nombre se deba al modo de venta de principios del siglo XX cuando todo se pesaba y despachaba suelto. En uno de los espejos del interior del bar también se exhibió por años la leyenda «Para tomar bebida, tomar la buena, para tomar la buena, La Buena Medida». La esquina fue cambiando de propietarios hasta ser adquirida por Ángel (el Bebe) Schiavone en 1972.

La plaza, la esquina y el bar sirvieron de escenario a varias películas. En 1969, Palito Ortega junto a Juan Carlos Altavista, Javier Portales y varios otros grabaron muchas escenas de «Los muchachos de mi barrio». Las imágenes pueden encontrarse en youtube aunque no son de buena calidad. Pero fue en 2002 que La Buena Medida se lució como reducto del hampa y parroquianos lúmpenes. En «El oso rojo» de Adrián Caetano, Juilo Chávez junto al mago René Lavand, se lucieron en varias escenas. Durante una escena de una pelea, Julio Chávez se cubre en una ancha columna que hoy se encuentra en el medio del salón y que formó parte de la pared que dividió al almácen del bar original hasta ser adquirido por el Bebe Schiavone que unificó ambos ambientes en un único espacio. Sigue leyendo

The Marine Bar (Dock Sud)

Dentro de la categoría de cafés del bajofondo no habrá ninguno igual, no habrá ninguno, ninguno con su piel ni con su voz. Ubicado en la esquina de la Avenida Juan Díaz de Solís y Pasaje Coronel Dreyer, frente al Canal Dock Sud (Avellaneda) se encuentra todavía de pie un bar portuario, fiel reflejo de una parte de la historia de vida cotidiana de la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Un auténtico «antro»: The Marine Bar.

The MarineThe Marine Bar data de 1920. Su nombre se debe a que los originales propietarios (alemanes) quisieron empatizar con los marinos de ultramar que venían por la vacas del Frigorífico Anglo (hoy terminal de contenedores) ubicado a pocos metros. El Dock Sud (o el Docke como le dicen los dockenses) fue un lugar en donde proliferaron grandes industrias y talleres de todo tipo: el mencionado «Anglo» más»La Blanca», la jabonera «Lever Hnos», la papelera «Chiozza», la fábrica de ventiladores «Thot», la fábrica de cocinas «Dauco», los talleres navales «Príncipe y Menghi» y «Dodero», la «Compañía Química», las usinas «Italo» y la «Chade», y la aceitera «Dock Oil». Sus empleados se entremezclaban con personal de los buques que amarraban sobre el Riachuelo y en las dársenas del canal Dock Sud. Sigue leyendo

Café Defensa

Hay calles o avenidas que describen a un barrio entero por su alto capital simbólico. En el caso de San Telmo, es Defensa, una línea histórica que recorre el barrio sur de Buenos Aires desde Parque Lezama (donde algunos historiadores ubican el sitio de la 1° Fundación de la ciudad, la de Pedro de Mendoza en 1536) hasta Plaza de Mayo. Defensa, definitivamente, es una calle de cafés. En sus veredas se lucen algunos de los Notables (El Británico, Hipopótamo, Café Plaza Dorrego, Bar Seddón) y otros de los que apenas se notan. Entre estos últimos, uno de ellos es su bandera insignia: el Café Defensa.

DefensaLa calle Defensa debe su nombre en homenaje a la defensa de Buenos Aires en las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Por este eje el ejército inglés llegó al centro de la ciudad desde el sur. Hoy es de visita ineludible para todos. Es el más importante reservorio histórico cultural de los movimientos sociales que sucedieron por estas pampas. El Café Defensa queda en la esquina de Defensa y Cochabamba. Data de 1930. Un ochentoso de aquellos. Tiene todo: mesas y sillas de madera, puertas vaivén con retiro, ventanas guillotina, banderines de fútbol (el más repetido, obviamente, es del Club Atlético San Telmo). Abre todos los días de 7 a 24. Y cuando digo todo los días, es tal cual, todos. Incluidos el 1° de enero, 1° de mayo y Navidad. Los turistas que recorran San Telmo ya no tienen que temer a los feriados, el Café Defensa los recibe todo el año. Sigue leyendo