London City

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London City, Montserrat – Ph: Café contado

Siempre me resultó extraño el hecho que la Plaza de Mayo no tuviera ningún café con grandes ventanales que mire hacia esta. Nuestros antecedentes españoles y el ejemplo de todas las plazas cívicas de todos los pueblos del país confirman que no hay plaza central sin café (en verdad, medio de refilón, está el Café Vieja Victoria, pero Uds. entienden a que me refiero). Es que hubo. En su momento los arcos de la Vieja Recova tenían cafés, bares y boliches. Y luego rodeando la Plaza hubo hoteles y confiterías (como el café del Hotel de Londres). Los gobiernos dictatoriales más el establecimiento de edificios públicos intentaron provocar el «vaciamiento» de la plaza de parroquianos que, en situación de ocio, pudieran alterar o conspirar contra el orden establecido (sospecho que fue esa la idea, pero no lo lograron). Es por eso que, sin ser un típico café de plaza, el primero que se me ocurre enumerar tomando Plaza de Mayo como Km 0, es la London City (Hotel de Londres, London City, como para dejar bien en claro el peso que tuvo la influencia británica en nuestra sociedad). Sigue leyendo

Fotos que dicen/32

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La Flor de Barracas, Barracas – Ph: Café contado

Barrio plateado por la luna,
rumores de milonga
es toda su fortuna.
Hay un fueye que rezonga
en la cortada mistonga,
mientras que una pebeta,
linda como una flor,
espera coqueta
bajo la quieta
luz de un farol.

Barrio, barrio,
que tenés el alma inquieta
de un gorrión sentimental.
Penas, ruego,
¡es todo el barrio malevo
melodía de arrabal!
Barrio, barrio,
perdoná si al evocarte
se me pianta un lagrimón,
que al rodar en tu empedrao
es un beso prolongao
que te da mi corazón.

Cuna de tauras y cantores,
de broncas y entreveros,
de todos mis amores.
En tus muros con mi acero
yo grabé nombres que quiero.
Rosa, «la milonguita»,
era rubia Margot,
en la primer cita,
la paica Rita
me dio su amor.

Melodía de arrabal, Alfredo Le Pera/Mario Battistella (1932)

¡Vamos al cabaret…!

Anduvo el cronista, en los últimos tiempos, recorriendo cafés, pero no cualquier tipo de ca­fés de ayer y hoy, sino aquellos que contaron con números musicales y desempeñaron un papel de primer orden en el origen y desarrollo del tango. Esa “discriminación” le fue necesaria para de­limitar el campo de estudio –como dicen los historiadores– dado lo vasto del tema y así y todo, aún en forma seguramente incompleta… ¡le llevó dos años la caminata! Por eso cada tanto tuvo que disculparse por dejar algunos establecimientos fuera del relato, amenazando una y otra vez con tratarlos en otra serie de callejeos, y al comenzar esta columna un nuevo año –¡el decimotercero!– pasa a cumplir con lo prometido, por lo que invita al amable lector a visitar cabarets y otros peringundines que también fueron fundamentales en la historia del tango y la sociabilidad de los porteños.

foliesPero aquí nuevamente vamos a tener que poner límites al recorrido, porque sino se haría inabarcable. El cabaret como establecimiento surgió allá por 1880 en París, heredero de los cafés-concert que se habían popularizado durante el Segundo Imperio. Esto es, hablamos de estableci­mientos comerciales con despacho de bebidas o restaurante en los que se brindaban números musicales o de varieté, con o sin escenario, con o sin pista de baile. Si bien estos cafés-concert registran antecedentes desde el siglo XVIII, cobraron importancia y se politizaron después de la Revolución Francesa, teniendo un papel no menor como centros de agitación política durante las revoluciones de 1830 y 1848, siendo seguramente el más famoso el Follies Bergère, Sigue leyendo