Cafés de Villa Crespo

Anduvo, el cronista callejero, recorriendo cafés de tango durante todo el año pasado y en la entrega de diciembre prometió rumbear para otros barrios que mucho tienen que ver con el tema, como Villa Crespo  y Palermo. Así que… allá vamos.

Fábrica Dell cqua

Fábrica Dell’Acqua

Villa Crespo nació, como tantos otros barrios porteños, al compás del loteo de las viejas quintas motivado por el crecimiento de Buenos Aires después de su federalización, el paso del tranvía por las adyacencias y, en muchos casos, por la instalación de alguna importante industria. En este caso fue la Fábrica Nacional de Calzado, hasta entonces ubicada en la calle Balcarce, la que necesitando ampliar sus instalaciones adquirió en 1885 casi treinta hectáreas delimitadas por el Camino de Moreno (Warnes), Ministro Inglés (Scalabrini Ortiz), Boulevard Corrientes y el cauce del Maldonado. En 1888 comenzó las obras de la planta en la manzana de Gurruchaga, Murillo, Acevedo y Padilla, mientras en los alrededores construía viviendas para los futuros obreros con “formato” de conventillo, es decir largos terrenos con un patio central a cuyos lados se ubicaban los “departamentos” individuales, como el luego llamado “Conventillo Nacional” que tenía entrada por Serrano 148-158 y salida por Thames 152. Pronto se instalaron otras fábricas, como los Talleres Metalúrgicos Máspero Hnos., en Serrano 250, la Curtiembre Villa Crespo en 1901 -que a partir de 1919 pasó a llamarse La Federal-, y una empresa cara a los boedenses, la textil Dell’Acqua en Corrientes y Thames, con otro edificio en Darwin, Loyola, vías del ferrocarril y Aguirre construido en 1906. Esta empresa tuvo numerosas tiendas propias en diferentes barrios, como la ubicada en la esquina sudoeste de Independencia y Boedo, que conserva en su frontis el emblema de la marca.

Como en otros casos, por ejemplo la curtiembre de Luppi en Pompeya que el cronista ha citado tantas veces, la radicación de estas industrias en estos parajes fue decidida por el bajo valor de las tierras, generalmente anegadizas, y por la cercanía de algún curso de agua en el que verter los efluentes, en este caso el arroyo Maldonado. En fin, en esos tiempos no había mucha conciencia ecológica, pero esas empresas generaban gran cantidad de puestos de trabajo y así se fue formando el barrio, con un fuerte componente proletario y con eje comercial sobre el Boulevard Corrientes, que por Ordenanza de 1893 pasó a llamarse Triunvirato -desde Ángel Gallardo hasta Federico Lacroze- hasta 1937, en que volvió a ser Corrientes a secas.

unión cívicaComenzando nuestro recorrido hacia el Oeste, casi en el deslinde con Almagro, se levantaba el café La Morocha en en la esquina sudeste de Corrientes y Carril (hoy Aníbal Troilo), donde tocaban allá por el Centenario los hermanos Santa Cruz, el legendario Domingo al bandoneón y Juan al piano, acompañados por Carlos “Hernani” Macchi en flauta y Juan Orioli en el violín. Acotemos que Domingo fue el autor del recordado Unión Cívica que, contra lo que muchos suponen, no se refiere al partido de los boinas blancas sino a su opositor, la Unión Cívica Nacional que respondía a Bartolomé Mitre. En este café también tocó en sus mocedades Augusto Berto (el de La Payanca), cuando aún era alumno de José Piazza.

En el cruce con Canning, que recibió este nombre por la Ordenanza de 1893 antes citada, se levantaba el almacén de Tachella, que había sido pulpería en los tiempos de Rosas, y a partir de allí se concentraban, en pocas cuadras, los más importantes comercios y establecimientos del barrio. En Corrientes 5375, casi Acevedo, se alzaba el Conservatorio Musical Odeón, de un maestro D’Agostino. Allí hizo sus primeros estudios Osvaldo Pugliese, al que su padre había enviado a estudiar violín, y allí descubrió el piano que ya no iba a abandonar. En la siguiente cuadra hacia el Oeste, entre Acevedo y Gurruchaga, existían dos baluartes del tango barrial. Por un lado el café San Bernardo, en el 5434,que llevaba el nombre de la parroquia pero al que muchos le decían “El Nacional de Villa Crespo”, comparándolo al café céntrico; contaba con un amplio salón, rincón para billares y un palco en la mitad de la sala. Allí hizo sus primeras armas la bandoneonista Paquita Bernardo y actuó con distintos conjuntos José Servidio, quien le puso música a los versos El bulín de la calle Ayacucho de Celedonio Flores, los tres nacidos o vecinos de Villa Crespo. Por su parte, en el número 5456, se alzaba otro lugar mítico, el café de Peracca -también llamado Salón Peracca– citado por Cadícamo en Viento que lleva y trae. Había sido construido por José Cervera en 1890 como Teatro Villa Crespo y por su salón pasó la vida cultural de la primera década del siglo hasta que lo compró el comerciante José Peracca, que le dio su apellido y lo destinó a reuniones bailables donde también actuaron los hermanos Santa Cruz, tanto como Vicente Greco. Después de otros destinos como venta de adornos y la imprenta del periódico vecinal El Látigo, dirigido por Domingo Di Filpo, fue demolido en 1945.

adan-buenosayresAl llegar a Gurruchaga se encontraba el café La Puñalada, cuyo palco era frecuentado también por José Servidio con Luis Bernstein en contrabajo y Juan Pedro Castillo en violín y, pocos metros después, en el número 5566, la glorieta La Victoria de Rossini, citada por Leopoldo Marechal en su Adán Buenosayres. Estos establecimientos contaban con un espacio al aire libre donde se podía tomar cerveza, escuchar música, bailar o inclusive jugar a las bochas. En este caso, pertenecía a Ciro Rossini y en su palco actuaron en diferentes épocas el ya citado Servidio, Paquita Bernardo, el “Tano” Genaro Espósito, Héctor Mauré y Mario Pugliese. Al cierre de la glorieta, el local pasó a ser el café La Victoria.

Otro recordado café del barrio fue el Venturita, en el cruce de Corrientes y Serrano, donde actuaron Augusto Berto (bandoneón), Domingo Salerno (guitarra) y Francisco Canaro en la década de 1920. Éste último cuenta en sus Memorias que el techo del local era algo bajo, por lo que el palco quedaba tan encimado al mismo que le causaba numerosos inconvenientes para ejecutar el violín.

Siguiendo nuestro recorrido, se nos presenta un problema historiográfico que no podemos eludir. En la esquina sudeste de Corrientes y Dorrego se alzaba desde el último tercio del siglo XIX la pulpería del catalán José Más, que luego fue el café La Tapera. Algunos testigos e historiadores juran y perjuran que allí estuvo el café Trianón, citado por Enrique Cadícamo en el tango Muñeca brava; otros dicen que no, que la referencia es sólo una ironía, pues el “Gran Trianón” fue un palacio construido por el rey Luis XIV, mientras el “Pequeño Trianón” lo fue por Luis XV, contando éste último con biblioteca, invernadero, escuela botánica, zoológico y otras lindezas. “Sos del Trianón… del Trianón de Villa Crespo” dice el poeta en relación a la mina que se hace la francesa pero cuyo origen es bien proletario, como lo era en ese entonces el barrio al que nos estamos refiriendo. El problema es que las viejas guías de Buenos Aires como la Kraft, así como las telefónicas, no consignan los comercios por su nombre de fantasía o “marca”, sino por la razón social que los explota, por lo cual es posible que la polémica no tenga solución, por lo menos hasta que aparezcan testimonios fehacientes en uno u otro sentido.

nuabcSi bien ha debido dejar en el tintero muchos otros lugares de tango, salones y peringundines varios, el cronista debe ahora dirigir sus pasos hacia el límite con Palermo, en busca de dos lugares que pertenecen a la leyenda porteña, el salón Argañaraz  de la cortada epónima y el café ABC, de Canning y Córdoba. Pero ese… será otro callejeo.

 

 

 

por Diego Ruiz (museólogo y cronista callejero)

mandinga.ruiz@gmail.com

Publicado en el periódico Desde Boedo, N° 138, enero de 2014

http://www.desdeboedo.blogspot.com.ar/#!http://desdeboedo.blogspot.com/2014/01/n-138-enero-2014.html

 

El Café de Marco

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El Café de Marco en tiempos del Mayo de 1810 era un café ubicado estratégicamente a 100 mts del Cabildo. Allí se reunían los patriotas que conspiraban contra el Régimen Colonial y que sembraron el germen de nuestra Independencia (leer más en http://serdebuenosayres.blogspot.com.ar/2012/09/cafe-de-marco-precursor-y-revolucionario_22.html). El Café de Marco cerró hacia 1871, sin embargo acumuló tal capital simbólico que 200 años más tarde sobrevive en el imaginario colectivo porteño como un lugar patriótico. Pues desde el año pasado se materializó y volvió a abrir. Ahora también se encuentra en un sitio estratégico, sigue en el Centro (San Nicolás), entre el eje cívico que representa la Avenida de Mayo y el eje social de la Avenida Corrientes. Ni más ni menos que en la calle Perón: Tte. Gral. J. D. Perón 1259.

Fachada

No voy a decir que los propietarios del nuevo Café de Marco son descendientes del primigenio porque no es verdad, pero este nuevo también sale a disputar una porción del territorio de juego de los Cafés de Buenos Aires (como lo diría Bourdieu) como un café patriota. Toda su puesta está conformada de imágenes, replicas, originales de medallas y banderas de batallas por nuestra Independencia. Y al igual que aquel esconde algo más. El Café de Marco es un Café Masón. Sobre la calle Perón, de la vereda de enfrente, a pocos metros, se encuentra el edificio de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.  Y en la misma cuadra está la joyería masónica (https://www.facebook.com/pages/Joyas-Masonicas-de-Am%C3%A9rica/265417243475549). Sigue leyendo

El Café Roma

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«Todavía existe, inocente de toda modernidad y de todo vintage, el Bar Roma, de la esquina de Anchorena y San Luis. Con vidriera a la ochava, ocupando la planta baja de una PH de esas afrancesadas que una vez fueron el mismo tejido de la ciudad, el café mantiene sus ventanas a tijera, grandes puertas de buen hierro y vidrio, con sus rosetones intactos, verjas en doble diagonal, ligeramente curvos y con pimpollos en los cruces, y su último agregado, el anuncio a mano de letristas de licuados y milanesas.»

Así comienza su crónica el periodista Sergio Kiernan para el suplemento de arquitectura m2 del diario Página/12.

Lee la nota completa:

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-2717-2014-05-18.html

Más info sobre el Roma:

Café Roma (o donde Jesús renació y se hizo romano)

¿Solo o cortado?

Solo-cortado_IECIMA20140516_0055_19(Foto: Diario La Razón)

Según un estudio local, los argentinos toman hasta tres tazas de café por día en promedio. Lo prefieren por la mañana como para “despertarse” y también destacan sus beneficios como antioxidante.

 

Lee la nota completa publicada en el Diario La Razón:

http://www.larazon.com.ar/ciudad/Solo-cortado_0_569700016.html

Café Margot

Si en Buenos Aires el café es religión, el Margot es mi parroquia preferida. Y ya es hora que me ocupe de contarlo. El Café Margot queda en Boedo, un barrio que hasta hace unos pocos meses no disponía de una (sí, ni una) plaza. Mucho menos de un parque. Imaginen la importancia de los cafés como espacio de reunión e intercambio social para estos vecinos porteños. Los cafés de Boedo están cargados de historia: el Dante (ya cerrado, reunía a toda la feligresía sanlorencista); y la Esquina Homero Manzi (Café Notable, que lo único que mantiene inalterable con el tiempo es el solar que ocupa) son (o fueron en el caso del Dante) las dos puntas de un eje que corre por la Avenida y en donde (afortunadamente) hoy conviven distintas propuestas que conversan (o casi) con la identidad boediana. De entre todas, muchas cosas distinguen al Margot, aunque de arranque, parado en la vereda y sin entrar al café, se destaca su ubicación inigualable. El Margot está en Boedo esquina Pasaje San Ignacio, una cortada mistonga que lo carga de mística y magia.

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El Café Margot es uno de los cinco que pertenecen al Grupo Los Notables. Integra el listado de Cafés Notables de la Ciudad. Ocupa la ochava de un edificio centenario (1904) que siempre albergó establecimientos comerciales. Fue bombonería por los años ’20 y la Confitería Trianón a partir de 1940 (hoy mudada a 50 mts). En ésta, sus propietarios, el matrimonio Torres, inventaron el célebre sándwich de pavita cuyo secreto era que estaba elaborada al escabeche. Hoy en el Margot se lo sigue haciendo con la misma calidad de entonces. Sigue leyendo