Cafés del centro/4 – Siguiendo por Corrientes

av de mayoSigue el cronista callejero recorriendo cafés de tango de la avenida Corrientes y tras visitar el legendario Tango Bar se acerca ahora a la esquina sudeste, donde se alzaba un establecimiento que en el que si bien no se ejecutaba tango era lugar de reunión de la gente del ambiente. La Confitería Real era un elegante local donde a fines de la década del Treinta había sentado sus reales Carlos Raúl Muñoz y Pérez, más conocido como Carlos de la Púa o“el malevo Muñoz”. Alrededor de la mesa del poeta lunfardo solían congregarse Juan Carlos Cobián, Julio De Caro, Ángel D’Agostino, Cátulo Castillo, José Razzano, Gerardo Matos Rodríguez, Aníbal Troilo y otras jóvenes o no tan jóvenes figuras. Algunos autores como Jorge Bossio dicen que alguna que otra vez aparecía “el negro Raúl”, otrora uno de los personajes más famosos del Buenos Aires del Centenario junto con el Payo Roqué, del que varias veces hemos hablado. Raúl Grigera, que tal era su nombre, había nacido hacia 1886 y quedado huérfano muy niño, dedicándose entonces a la mendicidad. Parece que el negrito le cayó en gracia a una de las tantas patotas de “niños bien” que pululaban por aquellos tiempos, la acaudillada por Macoco Álzaga Unzué, que lo tomó como mascota o más bien de bufón; empezaron por vestirlo con las ropas que ellos desechaban para pasearlo por Florida o la Avenida de Mayo y terminaron mandándolo por encomienda a Mar del Plata. Es cierto que una vez lo llevaron a París, pero también que en otra ocasión lo vistieron de Almirante y lo tiraron a una de las fuentes de la Plaza de Mayo, entre otras tropelías de mayor calibre… Pero los “niños bien” suelen crecer y sentar cabeza: Macoco se fue a Nueva York, donde fue dueño del Morocco y se dice que amante de Gloria Swanson, la patota se disolvió y el negro volvió a la mendicidad. Solía recorrer los cafés contando anécdotas de sus tiempos de gloria a cambio de algunas monedas o unas copas, mientras iba hundiéndose en el alcoholismo y la locura, hasta que murió en Open Door en 1955, olvidado por todos. También la “peña” de La Real fue disolviéndose tras la muerte de Carlos de la Púa en 1950 y la confitería se fue apagando, hasta que el 1º de noviembre de 1967 su local fue ocupado por la sucursal Centro de la pizzería Banchero. Sigue leyendo

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Fotos que dicen/28

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Bar Argerich – Ph: Café contado

 

«Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?…»

La última curda, Cátulo Castillo (1956)