Hipótesis de café/4 – La ciudad puerto sin café portuario

Buenos Aires es una ciudad de cafés. Pero antes, desde mucho antes, o casi en simultáneo, es una ciudad puerto. Y no cualquier puerto. Un puerto que fue la puerta de salida del “granero del mundo”. Como también la puerta de entrada de millones (y no es figurado, fueron millones) de inmigrantes que vinieron a quedarse. En este punto, sólo comparable con la ciudad de Nueva York. Buenos Aires, además, tiene un barrio con nombre de puerto: Puerto Madero. Un barrio con no más de 20 años. Que fue reciclado por completo. Con la tecnología de hoy que permite “reconstruir” el pasado a la perfección. Con polvo y todo. Aún con los viejos galpones derribados por razones inmobiliarias se podrían haber levantado nuevos (mejor dicho, viejos) en otro sitio. ¿Puede ser que a nadie se le haya ocurrido montar un Café/Bar portuario? Sí puede. Porque no lo hay.

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Siempre me sorprendió esta falta. El puerto (más allá de la certera frase que cuenta que los porteños le dan la espalda al río) nos invade por completo. El puerto, como en ninguna otra ciudad capital está/estuvo siempre ahí. A pasos de todo. Pero, además, constituye décadas de peleas internas hasta que nos conformamos finalmente como país. Es tango. Es la cabeza de Goliat (Ezequiel Martínez Estrada). Y está/estuvo ahí. A pasos de todo. Con sus galpones, elementos, maquinarias, objetos, historias, leyendas. Todo un cúmulo de capital simbólico sin igual en toda América. O, quizás, como mencioné, similar a Nueva York (que no tiene tango). Pues con todas las posibilidades a mano, disponibles, casi gratis, a nadie se le ocurrió abrir un Café/Bar portuario.

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En Puerto Madero no existe ni un solo Café/Bar como sobresalen en el resto de la ciudad. Portuario menos. Sin embargo, abundan propuestas gastronómicas (de todo tipo):  yankees, francesas, japonesas, italianas, mexicanas, caribeñas, asiáticas del sudeste, indias, etc. Un catálogo completo de la tilinguería porteña.

¿Nadie fue original e intentó parecerse a nosotros mismos? (Descarto los intentos de Faena por su marcada exclusividad. Tanta que nunca fui a ninguno). Si tantos turistas nos visitan y frecuentan los cafés y se interesan por nuestra historia ¿ninguno pensó en “reproducirla” en su territorio natural? ¿por qué creen que nuestros hermosos bodegones están llenos y la gente hace cola para comer?

Una verdadera pena. U oportunidad perdida de construir identidad para salir al campo de juego a disputar el partido con orgullo y pertenencia. O, mucho peor, otra señal de debilidad.

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Las imágenes publicadas pertenecen al Houston Hall. Un bar ubicado en la zona de West Village en New York (de ahí las reiteradas menciones). Con la estética que los caracteriza, logrando mezclar lo vintage con lo industrial dándole un aire de autenticidad que nos traslada varios años en el tiempo, dice la nota del blog Mundo Flaneur. Y cuya lectura me condujo a estas reflexiones.