El mundo es un café…

cafecito

Ph: @CaminandoBaires

«En el límite entre los barrios de Boedo y Parque Chacabuco, el viejo e histórico bar San Lorenzo decora la esquina de Avenida La Plata y Avelino Díaz, y se convierte en el punto de encuentro con Carlos Cantini, un vecino que respira, camina la ciudad, y nos cuenta las historias y secretos de esos espacios tan característicos del paisaje porteño: Los cafés.«

Así comienza la nota El mundo es un café: una charla con el vecino que nos cuenta los bares porteños (o sea, este humilde parroquiano) en el portal Caminando Buenos Aires del periodista Diego Adrián Fernández.

Lee la entrevista completa: http://www.caminandobaires.com/2014/11/el-mundo-es-un-cafe-una-charla-con.html

Anuncio publicitario

Buenos Aires tiene 11 nuevos Cafés Notables

20130607_154537

Café Roma, Balvanera. Ph: Café contado

El pasado 26 de octubre Día de los Cafés de Buenos se declararon 11 nuevos Notables (ahora suman 85 u 84 si se confirman algunos cierres). Algunos fueron oportunamente contados. Lee la nota completa del Diario Clarín y enterate cuáles son:

11 nuevos Cafés Notables de la Ciudad

Café La Paloma

pza--italiaa-portonesAndaba el mes pasado, el cronista callejero, recorriendo los antiguos cafés de tango del barrio de Palermo y, sobre el cierre, rumbeaba para el lado de la Estación Palermo, que siempre hemos conocido como “Pacífico” como contracción de “Ferrocarril al Pacífico”, nombre original de la línea San Martín. El arroyo Maldonado, por entonces a cielo abierto, había sido límite de la Capital y, en las primeras décadas del siglo XX, era aproximadamente el de dicho barrio. Hacia el norte, para el lado de Belgrano, todavía existían algunas quintas y, entre la actual Luis María Campos y el bajo del río, se extendía el barrio de “Las Cañitas”, de dudosa reputación; hacia el sur, los Portones de Palermo y las atracciones populares del Zoológico y el Botánico; casi frente a la Estación, los cuarteles del Ejército completaban el paisaje de la zona. Y como en todo cruce de caminos, o lugar donde hubiera cuarteles, mataderos, fábricas o cualquier otro punto de concentración masculina, cafés y peringundines varios donde satisfacer necesidades tanto del alma como del cuerpo. No tenemos mucho registro de esos establecimientos, por razones obvias en el caso de los menos sanctos, pero algunos han quedado en la memoria como el café El Pino, en la bifurcación de Luis María Campos y Santa Fe, citado por Jorge Bossio en su obra que tanto hemos citado (Los cafés de Buenos Aires: Reportaje a la nostalgia), donde habría incursionado Juan “Pacho” Maglio en los primeros años del siglo.

Eduardo Moreno, poeta y periodista que ya hemos evocado en su condición de palermitano y autor de los versos de Recuerdo, concedió en 1993 un reportaje a Néstor Pinsón en el que daba algunos datos sobre el tema que nos ocupa (puede consultarse en el sitio web Todo Tango: http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/cronicas/emoreno.asp):

Soy de Palermo, viví de pibe en Santa Fe al 4900. No tenía más de 11 años cuando me tomé la costumbre de saltar la pared de mi casa que daba a la calle y cruzarme al café ‘Agua Sucia’, que estaba enfrente. En realidad no tenía nombre, pero lo llamaban así porque para llegar había que transitar un trecho entre Santa Fe y Cañitas (hoy Avenida Luis María Campos) que era un extenso barrizal. Estaba muy bien instalado y por aquel tiempo se presentaba el cuarteto de Juan Pedro Castillo que recién comenzaba. Yo me quedaba mirando y me llamaba la atención que se anotara en una pizarrita el título del tema a ejecutar. Ya de pantalones largos frecuenté el café ‘La Paloma’ que estaba en Santa Fe y el arroyo Maldonado (…) Por allí desfilaron los conjuntos de Bardi, de Vicente Greco, por poco tiempo, Roberto Firpo… también Maglio, claro.”

Es muy probable que el citado café “Agua Sucia” no sea otro que el que Bossio cita como “El Pino”, pero más nos interesa en este testimonio la aparición de Juan Pedro Castillo, un violinista, mandolinista y compositor poco recordado que, sin embargo, actuó en numerosas orquestas, en la mayoría de los cafés y cabarets de la época de oro del tango y, dato sensible para los que habitamos los barrios del sur, en el Teatro Boedo y en el Café de Benigno. Nacido en 1899, fue autodidacta aunque tomó lecciones con David “Tito” Roccatagliata (el de Elegante papirusa), otro personaje clave de nuestra historia, y en 1920 debió hacer el servicio militar precisamente en Palermo, donde tuvo por compañero a un muchacho algo mayor, nacido en 1896, llamado Juan Carlos Cobián. Parece que éste, que no era muy afecto a formalidades ni disciplinas, decidió por su cuenta no presentarse a la milicia cuando correspondía, en 1916, por lo que al aparecer tan campante en 1920 fue considerado desertor y recargado en el servicio. Dice también la historia, o la leyenda, que su rebeldía lo llevó a pasar la mayor del tiempo arrestado, circunstancia en la que habría compuesto A pan y agua y que Castillo, que hacía changas con su violín en los cafés de la zona, lo habría estrenado con su cuarteto en el café La Paloma de Santa Fe 4702-30. Por entonces, La Paloma ya tenía larga fama como lugar de tango; por el Centenario, “Pacho” Maglio reinaba en su palco con un cuarteto que completaban José “Pepino” Bonano en violín, Carlos “Hernani” Macchi en flauta y Luis Suárez al piano, ganando la increíble suma de tres pesos por noche. Dos anécdotas referidas por Jorge Bossio nos pintan el ambiente del lugar: Pacho se quejó en reiteradas oportunidades por las ratas que circulaban a sus anchas por todo el local, seguramente debido a que el café se encontraba prácticamente sobre el lecho del arroyo, y el comisario e historiador Francisco L. Romay, que por entonces era jefe de la seccional, debió ingresar más de una vez a caballo para sosegar a los parroquianos.

a-pan-y-agua-tango-1-s200Lo cierto es que A pan y agua no tuvo gran repercusión en sus principios, y recibió una letra del joven Enrique Cadícamo que más valdría olvidar, pero que la honestidad del cronista lo lleva a consignar; es la vieja historia del pobre tipo al que la mujer engaña, mata al rival y desde la prisión se lamenta: “Ya no creo en el amor…/ Ya no creo en la mujer…/ Todas ellas son hermanas/ del engaño y del fugaz placer./ Ya no tengo la ilusión/ de salir en libertad,/ a pan y agua con mis penas/ mi dolor me acompañará”. En la segunda estrofa, como es de rigor, le echa en cara a la mujer su mala acción: “Madre del pebete nuestro, ¿cuál fue la razón cobarde/ para que en aquella tarde/ enlodaras nuestro hogar?” Ahora bien, parece que la percanta se arrepintió de la fulería y lo iba a visitar al presidio, pero un día que “como siempre esperaba su visita cariñosa”, “llegó el pibe a visitarme/ con sus ojitos más tristes,/ y al besarlo dijo: ¿Viste…?/ Mamita se fue otra vez.” Un horror publicado por Ricordi, en fin, qué quiere que le diga.

Allá por 1940 a Cadícamo se le ocurrió, como ya hemos comentado, ponerle letra a viejos tangos que no la tenían o reemplazar las de otros, propios o ajenos. Por ejemplo, tomó De flor en flor, compuesto en 1924 por Eduardo Bonessi con letra de Domingo Gallicchio (recordamos las grabaciones de Gardel y de Alberto Marino) y lo convirtió en Desvelo, aquel gran éxito de Alberto Morán. Y, quizá renegando de sus espantosos ripios juveniles, escribió nuevos versos para A pan y agua, que ahora sí fue un suceso en la voz de Ángel Vargas y llevó a la leyenda al café que nos ocupa: “Café La Paloma:/ por tu veredón en las noches brumosas/ se pasean las sombras de Tito,/ Arolas y Bardi./ Desde el pasado remoto, desde el recuerdo,/ llegan las notas del pintoresco trío/ de aquellos bohemios del tango…”. Y aquellos “bohemios del tango” son, precisamente, el trío que Eduardo Arolas formara hacia 1912 con el “chino” Bardi al piano y Tito Roccatagliata en el violín y que luego transformó en cuarteto, permaneciendo Tito al violín e incorporándose el flautista José Gregorio Astudillo y Emilio Fernández en la guitarra de nueve cuerdas.

Al cronista le gustaría, alguna vez, hacer una nota sobre la desdichada vida de Roccatagliata, para muchos el primer violín magistral del tango, que falleció muy joven malogrado por el alcohol y la droga. Pero tiene que seguir escribiendo sobre cafés y, tras consignar que La Paloma terminó, como tantos, transformado en pizzería y en la actualidad, si la memoria no le falla, en colchonería, allá se va rumbo al Centro, previo paso por el Abasto, chiflando bajito A pan y agua.

 

por Diego Ruiz (museólogo y cronista callejero)

mandinga.ruiz@gmail.com

Publicado en el periódico Desde Boedo, N° 140, marzo de 2014

http://www.desdeboedo.blogspot.com.ar/#!http://desdeboedo.blogspot.com/2014/03/n-140-marzo-de-2014.html

 

Fotos que dicen/23

pisos

«Los egipcios fueron entendidos a partir de la lectura de sus jeroglíficos; a los aztecas se los comprendió interpretando su escritura pictográfica; los porteños seremos explicados por nuestros pisos.»

Café contado

 

Seguí todos los pisos de cafés de Buenos Aires en:

https://cafecontado.com/category/cafes-por-el-piso/

Le Blé (Chacarita)

En la categoría de Cafés Gourmet de Buenos Aires, Le Blé, con sus seis locales, es un jugador importante. A mí particularmente el que más me atrae es el de Chacarita, en la esquina de Dorrego y Vera que no respeta los 90° tradicionales de las ochavas porteñas dándole un carácter que lo distingue de sus «hermanos». Un auténtico rincón Chaca-Chic.

20131216_112825Le Blé es una Boulangerie & Patisserie que enriquece y compite, con cuidadas propuestas y celoso respeto a la estética, en el cada vez más amplio campo de cafés franceses franquiciados que existen en la ciudad. Los mozos lucen uniformes al estilo parisino, las mesas tienen tapas de mármol y también cumple con las tradicionales y amplias «comunitarias». Sigue leyendo

Café por horas

cafe tiempoEl periódico en español de Londres «El Ibérico» cuenta la llegada de una nueva forma de pasar horas en un café y sólo pagar por el tiempo transcurrido. El tema es así, uno entra al lugar y deja asentado el horario de ingreso. Luego, consume lo que quiere, usa el wifi, puede tener reuniones y a salir paga por su tiempo.

Lee la nota completa:

http://www.eliberico.com/ocio/ocio/gastronomia/6567-abre-en-londres-el-primer-cafe-donde-todo-es-gratis-excepto-el-tiempo.html

Pues en Buenos Aires hace años que funciona el concepto. Se llama Urban Station y tiene tres sucursales (Palermo, San Telmo y Pilar) y una próxima a abrir en el micro centro:

Más info:

http://argentina.enjoyurbanstation.com/es/