Bar Argerich

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Bar Argerich – Ph: Café contado

El Argerich está en la puerta de entrada a La Boca. Sin embargo la imponente presencia del Hospital (Argerich) lo condiciona y otorga carácter de Café de Guardia. Tiene una mistura auténtica. De nula impostura. Por un lado, es un bar de laburantes, pero también acoge a aquellos que fueron expulsados del sistema laboral. Sus otros habitues cotidianos son visitadores médicos, más los enfermeros y profesionales que se cruzan constantemente para escapar del stress hospitalario. También, lógicamente, sus mesas se nutren de familiares de internados que recargan energía en las mesas.

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Bar Argerich – Ph: Café contado

El mobiliario del bar es sencillo y sobresale el color gris. Extraña paleta cromática teniendo en cuenta que sirve de ingreso a la República de la Boca. Su interior me condujo sin desvíos hacia la obra Gris de ausencia,  de Roberto Tito Cossa (1981), que representa una rara mueca del exilio. El de los europeos que vinieron a poblar la Argentina (en particular, los italianos, y especialmente en La Boca) y otro exilio, el de la descendencia, los argentinos que tuvieron que huir hacia Europa perseguidos por la Dictadura Militar. El Bar Argerich lo resume todo el recorrido histórico de nuestro país en su interior. Sigue leyendo

Fotos que dicen/28

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Bar Argerich – Ph: Café contado

 

«Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?…»

La última curda, Cátulo Castillo (1956)

La Buena Medida

La Boca es uno de los barrios más representativos de nuestra historia. Nació (prácticamente) a la par de la Fundación de la Ciudad, fue puerto, acompañó el desarrollo de la nación, recibió las oleadas inmigratorias, sufrió profundas crisis y se le conocen varios resurgimientos. Barrio con muchos de los Cafés Notables de la Ciudad. Pero con uno, en particular, que también podría integrar el listado de los cafés que apenas se notan o cafés del bajo fondo: La Buena Medida.

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La Buena Medida queda en Suárez 101, esquina Caboto, frente a una plaza mítica que fue la primera del barrio e inaugurada en 1894: Plaza Solís. En esa plaza, en abril de 1905, nació Boca Juniors. Pavada de capital simbólico. En ese mismo año, en una de sus cuatro esquinas, también abrió este almacén-bar que abastecía a toda la barriada y al pujante movimiento portuario. Es probable que el nombre se deba al modo de venta de principios del siglo XX cuando todo se pesaba y despachaba suelto. En uno de los espejos del interior del bar también se exhibió por años la leyenda «Para tomar bebida, tomar la buena, para tomar la buena, La Buena Medida». La esquina fue cambiando de propietarios hasta ser adquirida por Ángel (el Bebe) Schiavone en 1972.

La plaza, la esquina y el bar sirvieron de escenario a varias películas. En 1969, Palito Ortega junto a Juan Carlos Altavista, Javier Portales y varios otros grabaron muchas escenas de «Los muchachos de mi barrio». Las imágenes pueden encontrarse en youtube aunque no son de buena calidad. Pero fue en 2002 que La Buena Medida se lució como reducto del hampa y parroquianos lúmpenes. En «El oso rojo» de Adrián Caetano, Juilo Chávez junto al mago René Lavand, se lucieron en varias escenas. Durante una escena de una pelea, Julio Chávez se cubre en una ancha columna que hoy se encuentra en el medio del salón y que formó parte de la pared que dividió al almácen del bar original hasta ser adquirido por el Bebe Schiavone que unificó ambos ambientes en un único espacio. Sigue leyendo

The Marine Bar (Dock Sud)

Dentro de la categoría de cafés del bajofondo no habrá ninguno igual, no habrá ninguno, ninguno con su piel ni con su voz. Ubicado en la esquina de la Avenida Juan Díaz de Solís y Pasaje Coronel Dreyer, frente al Canal Dock Sud (Avellaneda) se encuentra todavía de pie un bar portuario, fiel reflejo de una parte de la historia de vida cotidiana de la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Un auténtico «antro»: The Marine Bar.

The MarineThe Marine Bar data de 1920. Su nombre se debe a que los originales propietarios (alemanes) quisieron empatizar con los marinos de ultramar que venían por la vacas del Frigorífico Anglo (hoy terminal de contenedores) ubicado a pocos metros. El Dock Sud (o el Docke como le dicen los dockenses) fue un lugar en donde proliferaron grandes industrias y talleres de todo tipo: el mencionado «Anglo» más»La Blanca», la jabonera «Lever Hnos», la papelera «Chiozza», la fábrica de ventiladores «Thot», la fábrica de cocinas «Dauco», los talleres navales «Príncipe y Menghi» y «Dodero», la «Compañía Química», las usinas «Italo» y la «Chade», y la aceitera «Dock Oil». Sus empleados se entremezclaban con personal de los buques que amarraban sobre el Riachuelo y en las dársenas del canal Dock Sud. Sigue leyendo