El Argerich está en la puerta de entrada a La Boca. Sin embargo la imponente presencia del Hospital (Argerich) lo condiciona y otorga carácter de Café de Guardia. Tiene una mistura auténtica. De nula impostura. Por un lado, es un bar de laburantes, pero también acoge a aquellos que fueron expulsados del sistema laboral. Sus otros habitues cotidianos son visitadores médicos, más los enfermeros y profesionales que se cruzan constantemente para escapar del stress hospitalario. También, lógicamente, sus mesas se nutren de familiares de internados que recargan energía en las mesas.
El mobiliario del bar es sencillo y sobresale el color gris. Extraña paleta cromática teniendo en cuenta que sirve de ingreso a la República de la Boca. Su interior me condujo sin desvíos hacia la obra Gris de ausencia, de Roberto Tito Cossa (1981), que representa una rara mueca del exilio. El de los europeos que vinieron a poblar la Argentina (en particular, los italianos, y especialmente en La Boca) y otro exilio, el de la descendencia, los argentinos que tuvieron que huir hacia Europa perseguidos por la Dictadura Militar. El Bar Argerich lo resume todo el recorrido histórico de nuestro país en su interior.
La leyenda también cuenta que en el Bar Argerich sirve el mozo más veterano de todo Buenos Aires. Domingo, de 82 años, tuvo la fortuna de atender durante su extensa carrera en diferentes trabajos a varios presidentes. Vive en Bella Vista y todavía atraviesa a diario la ciudad para ir a su trabajo en La Boca. (Gustavo, del Florencio Sánchez, me dice que su padre de 87 todavía atiende el café)
El Bar Argerich es noble, sincero, amigable y comprometido. No le exijan delicatessen. Su patrimonio es rico en historias de vida, en su capacidad de contención a familiares que se cruzan a cargar energía espiritual, en la sabiduría de su personal, en tradiciones y códigos porteños.
Es un excelente meeting point para los ciclistas con destino a Caminito, Parque Lezama o alguna de las entradas a Puerto Madero. Una para ideal para recargar combustible entrándole a un café con leche con medialunas.