Fotos que dicen/18

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(Café Roma, Anchorena y San Luis, Balvanera (Abasto). No es #CaféNotable. No cantó Gardel. No cerró)

 

«Podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera»
Pablo Neruda

«Podrán cerrar todos los Cafés, pero nunca detendrán la porteñidad»
Café contado

 

Más info: http://www.perfil.com/sociedad/Cierra-otro-bar-notable-Los-36-billares-sera-una-pizzeria–20131128-0012.html

Info Archivo: https://cafecontado.com/2013/06/10/jesus-renacio-y-se-hizo-romano/

Uno menos…

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Los 36 billares, Av. de Mayo 1265, Montserrat

“Si cuando se extingue una especie desaparece una conducta, cuando cierra un café, Buenos Aires pierde carácter.”

Café contado

 

Leer la nota completa del Diario Clarín:

http://www.clarin.com/ciudades/Cierran-bar-Billares-convertirlo-pizzeria_0_1037896289.html

 

Más info de archivo Café contado:

https://cafecontado.com/2013/08/26/cafes-de-novela1/

El Banderín y sus jóvenes 90 años

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(Rodaje de #UnTangoMaldito en El Banderín)

El Banderín, Guardia Vieja esq. Billinghurst, Almagro, cumplió 90 años y el Museo Casa Carlos Gardel y la Comisión de Protección y Promoción de Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de Buenos Aires organizaron el festejo. El Banderín es un icono y patrimonio cultural inigualable de la Ciudad. Sirvió de locación (foto) para el corto «Un tango maldito» realizado por Al aire producciones y guión de Café contado (Carlos Cantini), ganador del concurso «Un barrio de película» organizado por el INCAA (jurado: Juan José Campanella, Lucrecia Martel y Coco Blaustein).

 

Más info del festejo por los 90 años:

http://blogs.lanacion.com.ar/maldito-tango/excursion-tanguera/el-banderin-cumplio-90-anos-a-puro-tango/#.Uo3zacid0Wk.email

 

Más info:

https://cafecontado.com/2013/07/04/fotos-que-dicen8/

http://elbanderin.com.ar/

https://www.facebook.com/pages/Un-tango-maldito-Adolfo-Berro-4050/536516043094404

Bar Los Laureles (que ciento veinte años no es nada…)

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Foto: Emmanuel Fernández para Diario Clarín
“Los Laureles”, en Barracas, cumplió 120 años. ¿La receta? Comida de bodegón y tango.

Lee la nota completa del diario Clarín:

http://www.clarin.com/ciudades/bar-duerme-laureles_0_1036096429.html

 

La Chirilísima – Café + helado en La Boca

fachadaLa Chirilísima tiene una rica historia en La Boca. En la primera mitad del siglo XX funcionó como tambo y como proveeduría de barcos. Un gallego, Cosme, la compró en el ’40 y regenteó hasta el ’83 cuando la familia Cirilli se hizo cargo del lugar. Por esos años estaban de moda las «lecherísimas» entonces juntaron ambos nombres y quedó La Chirilísima.

La Chirilísima queda en calle Olavarría, casi esquina Del Valle Iberlucea. O sea, para los que no se ubican en el barrio, a 200 mts de la Bombonera y a 200 mts de Caminito. Puro corazón boquense. En épocas de iced coffee o café frappé, La Chirilísima hace la doble función: Cafetería y heladería. Se planta orgullosa defendiendo la identidad local a través del castellano. Abre de lunes a sábado de 7 a 19 hs. Sus mediodías son muy curiosos. La Chirilísima sirve de salón comedor de buzos. Leyó bien, buzos de buceo. Pertenecen a la empresa Almirón (aprox. unos 20) que almuerzan a diario en el local. ¿En cuántos sitios de Buenos Aires pueden encontrarse con buzos compartiendo anécdotas y experiencias a su alrededor? La Chirilísima le recuerda a uno que Buenos Aires es un puerto. Sigue leyendo

Cafés de Novela/6

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Café Gran Victoria, Hipólito Yrigoyen (ex Victoria) y Bolívar, Montserrat

“Llegamos a una confitería que quedaba en la esquina de Victoria y Bolívar. Comprobé el dinero en el bolsillo de mi uniforme y sintiéndome mayor y responsable pedí un cognac y dos chocolates calientes.”

La casa del ángel, Beatríz Guido (1954)

 

Más info sobre «La casa del ángel»: http://libreriaelextranjero.com/la-casa-del-angel-de-beatriz-guido/

Sigue la saga del «Bar del Gallego» – 3° entrega (¿continuará?)


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La saga por el cierre definitivo del «Bar del Gallego» tiene un nuevo capítulo que recrea la charla entre Don Emilio Sangil (el gallego) y Eduardo Eurnekian (el poderoso comprador) y describe los sentimientos encontrados de dos amantes del barrio de Palermo en disputa por una pequeña, pero invalorable porción de territorio.

Cuentan que Eurnekian se apersonó en el bar. Esta es la imagen que más me gusta recrear, es como el climax de una película. El magnate de traje oscuro perfecto, camisa blanca y apretada corbata amarilla, pelo crespo dominado por la gomina. El Gallego, algunos pelos achicharrados esparcidos en calva definitiva, encorvado y con los dedos retorcidos por la artrosis. Los dos frente a frente en una mesa del bar. Seco, cortante, el magnate hace su oferta irrechazable: un millón de dólares. El Gallego siente que lo insultan, le quieren sacar el trabajo de toda su vida para convertirlo a él en un mueble con renta vitalicia. “Antes que vender, derribo todo y hago una plaza para los niños”, dicen que dijo.

 

Lee la nota completa:

http://www.clarin.com/ciudades/pelea-barrio_0_1033096777.html

 

Anteriores notas:

1° publicada el 1/10/13

https://cafecontado.com/2013/10/01/el-garante-del-gallego/

2° publicada el 31/10/13

https://cafecontado.com/2013/10/31/triste-solitario-y-final/

El Café de la Esquina

El Progreso

El Progreso, Montes de Oca y California, Barracas

Buenos Aires es una ciudad de Cafés. El bien merecido título podría ser discutido en cafeterías de Praga, Viena, París o Madrid. Sin embargo, ninguna de éstas acredita el vínculo entre el Café y el Tango. La tradición por el Café en nuestra ciudad viene desde la Colonia, pero fue cuando irrumpió nuestra máxima y más original creación que se constituyó un maridaje perfecto. La inmigración de la primera mitad del siglo XX también supo agregarle a nuestros Cafés un tinte distintivo que los distingue. Sirvieron como espacio de contención espiritual y salida laboral a miles de recién llegados que dejaban mujeres e hijos al otro lado del océano. Poetas, escritores, compositores, sentados a sus mesas encontraron la musa inspiradora que le puso letra y música a Buenos Aires. El tango con su profundidad, capacidad de decir y corajuda autocrítica, convirtió a los Cafés en Aulas Magnas. La escuela de todas las cosas (Cafetín de Buenos Aires, E. S. Discépolo). Para el porteño el Café es religión y su templo, el Café de la Esquina.

Así como otras ciudades se vanaglorian de que cada 400 mts. hay una parada de subtes, Buenos Aires lo hace con sus cafés. Están los que alcanzaron la jerarquía oficial de Notables y los que apenas se notan. Todos aportan a la construcción de nuestra identidad. El Café de la Esquina es un faro, atalaya de historias de barrio. Es el mojón a partir de  cual se trazan distancias o tejen redes borgeanas de vínculos. Funciona tanto de punto de encuentro entre parroquianos amigos como rincón para la soledad reflexiva. En su interior se medita, escribe, lee, espera, sufre, conversa, discute, acuerda, ama, escucha, aprende. El Café de la Esquina, en estado puro, está conformado por un código genético que puede ser reconstruido en el imaginario de todo porteño. Hoy, son pocos los que mantienen esa estructura matricial. La que genera que al atravesar el umbral de la ochava se experimente la sensación de armonía, serenidad y paz que transmite la naturaleza. Sin embargo, luzcan como luzcan, lo que no se ha modificado es la devoción por visitarlos. El fiel no se detiene en el cumplimiento irrestricto de la liturgia local (que incluye: piso en forma de damero, mostrador de estaño, grifo con forma de cisne, espejos bicelados, sillas y mesas de madera, ventilador de pared, imágenes de grandes campeones de box, estrellas del espectáculo, santos populares, banderines de fútbol, etc.). Sin medir riqueza ni mobiliario, el porteño sostiene su diálogo íntimo y cotidiano tanto en grandes cafés que parecen catedrales o en propuestas más sencillas similares a iglesitas de pueblos de provincia.imágenes paganas

La Chirilísima, Olavarría y Del Valle Iberlucea, La Boca

El Café de la Esquina es un espacio común del gran condominio que es Buenos Aires. Está cargado de información que nos resulta familiar y contiene. Todos somos sus hijos adoptivos y volvemos cotidianamente a entablar ese vínculo íntimo con los sentimientos más puros y profundos.

Diez ejemplos n(N)otables

1. Varela Varelita, Scalabrini Ortíz y Paraguay, Palermo

1.Varela VarelitaSu nombre viene de su dueño, Varela, y de su hijo, Varelita. Fue bunker del Frepaso cuando la fuerza empezaba a trazar sus primeras líneas de acción. El Chacho Álvarez, vecino, lo transformó en su “despacho” vicepresidencial. Y siguió frecuentándolo a diario hasta que lo destinaron en Montevideo. Adoptado por directores de cine, gente de TV y escritores. Cuentan que fue Héctor Libertella quien les hizo creer a los dueños que el whisky JB se llamaba así por José Bianco. Por eso cuando se pide una medida la orden que llega a la barra: «Marche un Pepe Bianco!»

2. El Banderín, Guardia Vieja y Billinghurst, Almagro

El BanderínComenzó siendo, por la década del ’20, un almacén-bar llamado “El Asturiano”. El nuevo nombre viene a partir de su actual dueño, Mario, “El Alemán”, quien comenzó a juntar banderines para exhibirlos. Hoy, la colección, también incluye camisetas como la del gol a Nigeria de Caniggia en EEUU ’94. Dos incunables: un cuadro del equipo del River del ’36, el del debut de Pedernera y Labruna, hecho con papeles de marquillas de cigarrillos y cocido por los presos de Devoto como regalo a la visita que les hiciera Troilo a la cárcel. Fallecido Pichuco, su sobrino, se lo regala a Mario. El otro, un banderín del C. S. y D. El Tábano, club del célebre “Polaco” Goyeneche, está cocido con hilos de oro y existen sólo 20 ejemplares.

3. Florencio Sánchez, Deán Funes y Chiclana, Parque Patricios

20130701_131343El Florencio Sánchez es un café que data de 1929. Está en el límite entre Parque Patricios y Boedo. En una de las siete esquinas que traza la diagonal Chiclana cuando atraviesa la Av. Garay. La esquina correcta es Deán Funes y Chiclana. El sitio transpira fútbol de dos cuadros con anclaje barrial: Huracán y San Lorenzo. Sin embargo, sus actuales dueños son fanáticos del Deportivo La Coruña. Y con este dato es innecesario agregar el origen. Café que cobijó de niño al Bambino Veira y le dio letra a muchas de sus reconocidas frases. Supo funcionar como cueva de quinieleros que se escondían en el baño cuando husmeaban a la policía. Y hablando de baño, los caballeros no se equivoquen, está señalado como viorsi.

4. El Progreso, Montes de Oca y California, Barracas

El ProgresoEl noble edificio fue construido en 1911 y resulta fácil imaginar el carácter referencial que habrá adquirido a principios del siglo XX cuando al cruzar el Riachuelo desde Barracas al Sud (Avellaneda) se tomaba por la Calle Larga (Montes de Oca) rumbo al centro de la ciudad. El Progreso ya funcionaba cuando María y su marido se hicieron cargo del Café hace poco más de 50 años. Que Barracas fue una de las cunas del tango lo certifica en El Progreso de los tangueros Ángel Vargas, Ángel D’Agostino y Juan D’Arienzo. Sus amplias dimensiones sirvieron de escenario a varias películas. El Diario Clarín lo utilizó para su campaña de promoción de su 60° Aniversario.

5. Margot, Boedo y San Ignacio, Boedo

MargotEn la década de los 40, el matrimonio Torres, dueños en la misma esquina del entonces reconocido Trianon, inventaron el sándwich de pavita cuyo secreto era que estaba elaborada al escabeche. En la actualidad se sigue vendiendo con la misma calidad original. Algunos de sus célebres consumidores fueron: el diputado socialista Alfredo Palacios, el presidente Perón que mandaba a su chofer a buscar el pedido, el poeta Julián Centeya y Ringo Bonavena.

 

6. Bar de Cao, Independencia y Matheu, San Cristóbal

Bar de Cao

Foto: Hans W. Muller

Los hermanos Cao dieron forma a esta esquina del barrio de San Cristóbal en 1930 (aunque el bodegón, como tal, data de 1915) y durante 70 años estuvieron al frente del establecimiento que nació, con ellos, como almacén con despacho de bebidas. Con los años, el juego de naipes por dinero fue una constante. En el fondo se juntaba gente de prontuario con parroquianos y transeúntes ocasionales. La vieja máquina de hacer café, que aun se conserva como pieza de museo, jamás les funcionó a los hermanos Cao, el café servido era de filtro. Los Cao siempre decían: «la máquina se nos descompuso ayer».

7. El Federal, Perú y Carlos Calvo, San Telmo

El FederalSin lugar a dudas integra el podio de los mejores Cafés de Buenos Aires. El edificio data de mediados del siglo XIX y allí funcionó una pulpería y una casa de citas o de «tolerancia», o sea, un prostíbulo. En los años ’50 (del siglo XX) se perpetró un crimen pasional. La agraciada hija del entonces dueño noviaba con un individuo que descubrió la traición de la joven y la mató en el lugar. La leyenda cuenta que el fantasma de ella aun ronda las viejas mesas de El Federal.

 

8. Los Galgos, Callao y Lavalle, San Nicolás

20130628_151328La casa de dos plantas fue residencia de la familia Lezama y data de 1880. En 1920 fue alquilada a la empresa Singer que instaló un local de venta de máquinas de coser. En 1930, un asturiano, amante de las carreras de galgos, lo convirtió en bar almacén. Don José Ramos lo compró en 1948, hoy lo atienden sus hijos. Entre los ’50 y los ’70 Los Galgos abría las 24 hs. Era el Café de Discépolo y Troilo. Y una vez al mes, también de Pugliese que tenía a su médico a media cuadra. Los políticos radicales lo tomaron como “Ateneo”, tres presidentes: Frondizi, Alfonsín y De la Rúa fueron sus clientes.

9. Roma, Anchorena y San Luis, Balvanera

RomaAsí como Eduardo Galeano afirma que en el Café Brasilero de Montevideo todos los días toma un café con Dios (es el apellido de la moza), en el Roma se puede hacerlo con Jesús. Don Jesús y su primo Laudino lo atienden desde 1951, pero el Café funciona desde 1927. Por sus mesas desfilaron Norma Aleandro, María Vaner, Leonardo Favio, que se cruzaban de la Escuela de Teatro de don Pedro Aleandro. A sólo dos cuadras está la casa de Carlos Gardel. No existen testimonios comprobables, pero alguien puede afirmar que el Zorzal nunca entró a este templo que queda a sólo 200 mts de su casa y a 150 del Mercado de Abasto?

10. Oviedo, Lisandro de la Torre y Av. de los Corrales, Mataderos

OviedoSu fachada testimonia que abrió sus puertas en 1900 aunque algunos sostienen que funcionaba desde antes, incluso  antes de que se colocara en 1898 la piedra fundamental del Matadero Municipal. Los palenques por sobre Tellier (hoy Lisandro de la Torre) y Nueva Chicago (hoy Avenida de los Corrales) ya no están, pero entrar al Oviedo es hacerlo a un bar pulpería de la llanura pampeana. Un habitué era Ángel Riverol, guitarrista de Gardel y vecino del barrio. Los cantantes Ignacio Corsini y Alberto Castillo conocieron de su ginebra, y Virulazo, bailarín de tango como pocos, también compartió tertulias y tardes de billar.

Los cafés y el tango/2

Andaba el cronista callejero, en su vagabundeo de agosto, intentando entrar en un tema tan caro a la porteñidad como lo es el de los cafés de tango. Y para ello debió hacer una pequeña reseña de los locales donde se desarrolló la prehistoria de dicho género musical: locales de baile elegantes y otros no tanto, peringundines varios, los centros de las colectividades inmigrantes que tan importante papel tuvieron en el desarrollo de nuestra sociedad… Hecho el introito es hora de poner las cartas sobre la mesa para no aburrir al sufrido lector, pero el cronista no sabe por cuál barrio empezar para no herir susceptibilidades, así que se ha decidido por un orden más o menos cronológico y ceñirse estrictamente a los cafés y bares que contaron por lo menos con un instrumentista, dejando de lado cabarets y otras yerbas que convertirían su crónica en una enciclopedia en chiquicientos volúmenes.

el chocloSin embargo, al comenzar esta parte de la historia con dos tangos primigenios, exceptuando al ya mentado El entrerriano, no le queda al cronista otro remedio que violar su propia regla al referirse a El choclo: según Francisco García Jiménez –de cuya precisión en afirmaciones y fechas han dudado algunos autores, pero cuya bien cortada y facunda pluma es de referencia ineludible– hacia 1903 Ángel Villoldo actuaba en el café-concierto Variedades de Rivadavia al 1200, donde también lo hacían Pepita Avellaneda y un tirador al blanco apodado Flo, que con los años sería el actor Florencio Parravicini. Un día, después de la función, se habría encontrado en un “estaño” de la cortada Carabelas con José Luis Roncallo –hijo del músico que integraba la firma Rinaldi–Roncallo, fabricante de organitos a manivela–, formado musicalmente con su padre y con Santo Discépolo y que tocaba con su conjunto en el restaurante y hotel Americano, de Cangallo 963. Villoldo le habría interpretado en la guitarra un “tanguito” que hacía ya tiempo había compuesto, y Roncallo decidió estrenarlo, con la salvedad de denominarlo “danza criolla” “para no levantar la perdiz ante el dueño del local y para no alarmar a las distinguidas damas comensales”. Así pues, el 3 de noviembre de 1903 –en el barrio de San Nicolás– habría sido estrenado uno de los tangos más populares de todos los tiempos, aunque otros autores dan 1905 y otras fechas.

La_Morocha_PartituraEl otro tango fundacional al que nos referimos, La Morocha, fue también compuesto y estrenado en San Nicolás: el 25 de diciembre de 1905 Enrique Saborido tocaba el piano en una fiesta en “lo de Ronchetti”, nombre que se daba al Bar Reconquista –sito en Lavalle y la calle epónima, esquina noroeste–  cuando improvisó la melodía. Después habría ido en busca de Villoldo esa madrugada, quien le acopló la pegadiza letra. Según el propio Saborido, en nota de Caras y Caretas, fue estrenado en el mismo bar por Lola Candales mientras algunos dicen que lo estrenó Flora Hortensia Rodríguez, la notable tonadillera esposa del precursor Alfredo Gobbi y madre del inolvidable violinista, compositor y director del mismo nombre. Lo cierto es que, editado por Luis Rivarola en 1906 en su imprenta de la calle Artes (hoy Carlos Pellegrini) 165, alcanzó en su primera edición los 300.000 ejemplares y fue embarcado de polizón en la fragata Sarmiento por los cadetes, recorriendo y siendo conocido en el mundo. En la esquina mencionada, una placa recuerda el nacimiento de La Morocha.

Hecha esta necesaria y justa salvedad, el cronista ya puede salir del Centro hacia los barrios que en esa primera década del siglo XX se constituyeron en verdaderas usinas tangueras, San Cristóbal y La Boca. Con respecto al primero, ya se ha mencionado la presencia del local de María la Vasca Rangolla en Carlos Calvo 2721, a pocos metros de la casa donde nacerían los De Caro, y ahora es menester referirse a la zona de Sarandí y Cochabamba, donde existían varios conventillos que el tiempo se llevó. En uno de ellos, en Sarandí 1356, vivía una familia Greco de evidente inclinación filarmónica ya que el padre, Genaro, tocaba el mandolín mientras que de los ocho hijos cuatro salieron músicos: Domingo guitarrista, Ángel guitarrista y cantor –de quien recordamos Naipe marcado–, Elena pianista y Vicente la guitarra y la concertina. Según relató Julio De Caro en El tango en mis recuerdos, el legendario Sebastián Ramos Mejía escuchó a Vicente ejecutar ese último instrumento cuando tenía catorce años y aconsejó a la familia comprarle un bandoneón, dándole las primeras y quizás últimas clases. La cuestión es que en 1906, tras el entonces obligado periplo por localidades del interior de la Provincia de Buenos Aires, lo encontramos tocando el fuelle en el Salón Sur, un bar ubicado en Pozos y Cochabamba y, antes de 1910, sentaba sus reales en El estribo con su Orquesta Típica Criolla que integraban Lorenzo Labissier en bandoneón, Vicente Pecce en flauta, Agustín Bardi al piano y Juan Abbate y Francisco Canaro en los violines. Y aquí cabe aclarar que en un conventillo de Sarandí 1358, pared por medio con los Greco, vivía una familia Canarozzo en la cual cinco hijos también se dedicarían a la música bajo el apellido Canaro: Francisco, Mario, Rafael, Humberto y Juan.

eduardo arolasEl solar en el que se levantaba El estribo había pertenecido a los Anchorena y luego a los Frers, en Entre Ríos 763/67, al lado de la confitería y panadería Tanoira que a su vez había sido fundada hacia 1860 en la misma avenida pero en el 650. En este histórico café también actuaron Eduardo Arolas (foto), Roberto Firpo, Tito Roccatagliata, Prudencio “el Johnny” Aragón –gran amigo de Vicente Greco y a quien se le atribuye la paternidad de Ojos negros–, ejercieron su difícil arte payadores como José Bettinoti, Ambrosio Ríos, Federico Curlando, Luis García y, hasta después de 1911, amenizó las veladas el dúo Gardel–Razzano, que hacía doblete con el Café del pelado de Entre Ríos y Moreno, esquina sudeste.

Otros cafés de San Cristóbal de larga memoria fue El protegido, de San Juan y Pasco, donde actuó en la década de 1910 Samuel Castriota, el autor de El arroyito y de Lita, que con letra de Pascual Contursi se convirtió en Mi noche triste, y El caburé, de Entre Ríos entre San Juan y Cochabamba (entre el 1274 y el 1280 actuales). el caburéNo sabemos si éste último debió su nombre tan sólo a la inspiración del dueño o si, en cambio, lo tomó del tango que Arturo De Bassi compuso en 1909 con letra de Roberto Lino Cayol y que pronto alcanzó gran popularidad, pero sí se conserva el dato de que allí debutó en 1914 Ricardo “la nena” Brignolo, el autor de Íntimas y de Chiqué, y que entre otros actuaron el bandoneonista Arturo “el alemán” Bernstein y Ricardo González Alfiletegaray, más conocido como “Muchila” y que fuera compañero de Francisco Canaro en sus primeras formaciones que, con muchos de los nombrados, desarrollarían una nueva etapa en la evolución del tango alrededor de la esquina de Suárez y Necochea, en La Boca. Pero ese… será otro callejeo.

por Diego Ruiz (museólogo y cronista callejero)

mandinga.ruiz@gmail.com

 

El Publicado en el periódico Desde Boedo, Año XII, Nº 134, septiembre de 2013

http://www.desdeboedo.blogspot.com.ar/#!http://desdeboedo.blogspot.com/2013/09/134-septiembre-2013.html