Imágenes paganas/10

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Olimpo, #CaféNotable, Irigoyen y Arregui, Monte Castro

Fotos que dicen/18

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(Café Roma, Anchorena y San Luis, Balvanera (Abasto). No es #CaféNotable. No cantó Gardel. No cerró)

 

«Podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera»
Pablo Neruda

«Podrán cerrar todos los Cafés, pero nunca detendrán la porteñidad»
Café contado

 

Más info: http://www.perfil.com/sociedad/Cierra-otro-bar-notable-Los-36-billares-sera-una-pizzeria–20131128-0012.html

Info Archivo: https://cafecontado.com/2013/06/10/jesus-renacio-y-se-hizo-romano/

El Motivo (Villa Pueyrredón)

En Buenos Aires el Café de la Esquina forma parte del ADN que nos constituye. Su espacialidad puede ser reconstruida en el imaginario de todo porteño. Hoy, son muy pocos los que conservan esa estructura matricial. El barrio Villa Pueyrredón tiene uno: El Motivo.

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El Motivo parece un templo arqueológico no descubierto por la modernidad. Su mimetismo con el entorno barrial logra mantenerlo oculto y preservado en su estado original. Más la sólida resistencia de su propietario don José Escobar. Queda en la esquina de Salvador María del Carril y Zamudio. De la vereda de Villa Pueyrredón (que debiera cuidarlo y presentarlo como una de sus más preciadas joyas). Al atravesar el umbral de la ochava se experimenta la sensación de armonía, serenidad y paz que transmite la naturaleza en su estado puro. Sigue leyendo

El Faro de Villa Urquiza

Dentro de los barrios más alejados del centro de Buenos Aires, Villa Urquiza es el que mayor repertorio tanguero puede exhibir en sus «vitrinas». El Teatro 25 de Mayo (un mini-Teatro Colón donde cantó Carlos Gardel) y dos de las Milongas más célebres de la ciudad: la Sunderland y la Sin rumbo, completan un podio de privilegio. Sin embargo, el primer hito reconocible cuando se entra al barrio por la Av. de los Constituyentes (al 4099, esq. Pampa) es el Café El Faro, uno de nuestros queridos «Notables».

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Se desconoce si su nombre responde a las torres de señalización que sirven a los navegantes. Aunque es de suponer que cuando se inauguró, en 1931, seguro que obró como referencia para quienes entraban y salían de la ciudad a diario. El Café El Faro supo ser Almacén-Bar ocupando también el local vecino que da sobre Constituyentes. Hoy es un reducto que reúne todos los «materiales» disponibles de la cultura cafetera porteña: tres entradas, puertas vaivén, ventanas guillotinas, barra con banquetas. Y por si fuera poco un kiosco de diarios y revistas para hacerse de buena compañía durante la estadía. La decoración respeta la liturgia local, publicidades antiguas, viejas raquetas de tenis, máquinas singer y fotografías de músicos y cantantes que pasaron por el local. Sigue leyendo

Fotos que dicen/14

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(Foto: Ana Luz Sanz)

Si arrastré por este mundo

la vergüenza de haber sido

y el dolor de ya no ser.

Bajo el ala del sombrero

cuantas veces, embozada,

una lágrima asomada

yo no pude contener…

Si crucé por los caminos

como un paria que el destino  

se empeñó en deshacer;

si fui flojo, si fui ciego,

sólo quiero que hoy comprendan

el valor que representa

el coraje de querer.

 

Era, para mí, la vida entera,

como un sol de primavera,

mi esperanza y mi pasión.

Sabía que en el mundo no cabía

toda la humilde alegría

de mi pobre corazón.

Ahora, cuesta abajo en mi rodada,

las ilusiones pasadas

yo no las puedo arrancar.

Sueño con el pasado que añoro,

el tiempo viejo que lloro

y que nunca volverá.

 

Por seguir tras de su huella

yo bebí incansablemente

en mi copa de dolor,

pero nadie comprendía

que, si todo yo lo daba

en cada vuelta dejaba

pedazos de mi corazón.

Ahora, triste, en la pendiente,

solitario y ya vencido

yo me quiero confesar:

si aquella boca mentía

el amor que me ofrecía,

por aquellos ojos brujos

yo habría dado siempre más.

 

Cuesta abajo (Alfredo Le Pera, 1934)

Fotos que dicen/12

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Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada,

que has nacido en la miseria de un convento de arrabal,

porque hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,

la manera de sentarte, de charlar o estar parada,

o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas de percal.

 

Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores

del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,

mientras triunfan tu silueta y tu traje de colores

entre risas y piropos de muchachos seguidores,

entre el humo de los puros y el champán de Armenonvil.

 

Son macanas: no fue un guapo haragán ni prepotente,

ni un cafishio de averías el que al vicio te largó;

vos rodaste por tu culpa, y no fue inocentemente:

¡berretines de bacana que tenías en la mente

desde el día en que un magnate cajetilla te afiló!

 

Yo me acuerdo: no tenías casi nada que ponerte;

hoy usás ajuar de seda con rositas rococó…

¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!

Si hasta el nombre te has cambiado como ha cambiado tu suerte:

ya nos sos mi Margarita… ¡ahora te llaman Margot!

 

Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana

a un lujoso reservado del Petit o del Julien;

y tu vieja, pobre vieja, lava toda la semana

pa’poder parar la olla con pobreza franciscana

en el triste conventillo alumbrado a querosén.

 

 

Margot (Celedonio Flores, 1919)

Boston City (un Pasaje a BA por el valor de un café)

La «Güemes» es la primer Galería de Buenos Aires. Queda en Florida 165, entre Mitre y Perón. Inaugurada el 15 de diciembre de 1915, fue el edificio más alto de la ciudad hasta que levantaron el Barolo en la Av. de Mayo. La obra se la encargaron dos comerciantes salteños al arquitecto italiano Francisco Gianotti, el mismo de la Confitería El Molino.

Desde 1962 funciona en el interior del Pasaje el Café Boston City, uno de los Notables de Buenos Aires. Si bien tiene mesas, el Boston es, por esencia y distribución, un café de barra. De los pocos que quedan en la ciudad. Y hay que vivirlo como tal, de pie.

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El Boston es un café de charlas compartidas. El formato de la barra permite que se sostenga un monotema entre parroquianos. Situado en plena city financiera, el mejor horario para experimentarlo es al almuerzo cuando se llena de oficinistas de la zona que le imprimen una rotación y dinámica que no decae hasta bien pasado el mediodía. La agenda de temas es de actualidad pura: fútbol, policiales y política. Café con códigos de los de antes, primero se consume y después se le «dicta» lo ordenado al cajero. El azúcar no viene en sobrecitos. Sus habitués dominan la azucarera vertedora a gusto. Sigue leyendo

Café Roma (o donde Jesús renació y se hizo romano)

En una reciente nota al diario La Nación, Eduardo Galeano hizo alarde de que en su Montevideo natal todos los días toma un café con Dios (http://www.lanacion.com.ar/1583163-el-poeta-inagotable). Pues bien, que por acá no somos menos, en Buenos Aires podés hacerlo con Jesús.

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Jesús es el propietario del Café Roma, Anchorena y San Luis, Abasto. Junto a su primo Laudino lo atienden desde 1951 cuando llegaron de Asturias en busca de un renacimiento a sus sombríos destinos ibéricos. El edificio es una construcción de 1923 y en sus orígenes funcionó como almacén-bar. No confundir con el Notable «Roma» de La Boca. El Roma del Abasto también tiene sus particularidades y se ganó su merecida mención entre los que apenas se notan. Cafetín de esquina. Tiene el privilegio de pertenecer al vecindario de Gardel. La Casa Museo Carlos Gardel queda sólo a 200 mts. Jesús se hizo cargo del Roma (porque así se llamó desde siempre) varios años después de la muerte del Zorzal y no tiene certeza de su paso por el café, pero puede afirmarse que Gardel nunca se acodó en la barra de este rincón del Abasto quedando a tan sólo dos cuadras de su casa y a una del Mercado? Sigue leyendo

Fotos que dicen/4

Gardel

-¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango? ¿dónde están, dónde están, los camiones de basura, mi vieja y el café? 

Luis Alberto Spinetta, en «El anillo del Capitán Beto»

-Buenos Aires (parece señalar hacia el infinito sur el niño Ástor Piazzolla a Carlos Gardel y sus amigos)

Café contado

Café Brasilero

El Café Brasilero es a Montevideo lo que su Cabildo. Le otorga el Título Honorífico de Ciudad con Cafés. Está enclavado en la planta baja de un edificio art nouveau, patrimonialmente protegido, que le agrega valor a su rica historia.

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Fundado por los Sres. Correa y Pimentel en 1877, es el café más antiguo de Montevideo. Está ubicado en Ituzaingó 1447, esquina 25 de Mayo. A pasos de la Plaza Matriz. ¿Hace falta algún otro elemento de interés para convertirlo en una parada obligada? No, sin embargo los tiene. Y muchos.

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Sus características cumplen con toda la liturgia de un cafetín. Tamaño perfecto (57 m2). Iluminación cálida y justa. Boiserie de madera. Respeta, incluso, el lujoso privilegio de tener piso de pinotea. Todo copiable y reproducible. Sin embargo, su distinción pasa por el capital cultural simbólico y único que acumuló a lo largo de su historia. El Café Brasilero fue (y es) un reducto de la intelectualidad, bohemia y cultura montevideana. Entre los músicos, han pasado por su mesas desde Carlos Gardel a Daniel Viglietti y Luciano Supervielle. Aunque fue la literatura que lo marcó definitivamente. En sus mesas escribió largas tardes Mario Benedetti.

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Ph: Fundación Mario Benedetti

Hoy, quien sigue la rutina de inspirarse en sus mesas es Eduardo Galeano. Y el Café Brasilero le rinde merecido homenaje ofreciendo un tipo de café a su nombre, el «Eduardo Galeano».

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Es un pecado impiadoso e imperdonable desconocer el Café Brasilero. Preparen el bolso y crucen el charco de inmediato.

Para más info:

http://www.cafebrasilero.com.uy/

o pueden hacerse amigos en Facebook:

http://www.facebook.com/cafebrasilerouy