Bar de Paso. Villa Devoto

Estaba leyendo el último número de @carasycaretasar que homenajea a Atahualpa Yupanqui y recordé un Café. En la revista se menciona cuando don Ata estuvo detenido en la cárcel de Devoto -allá por el año 1951 debido a su militancia en el PC- y, a modo de sometimiento, los carceleros le rompieron el dedo índice de su mano derecha con la intención de interrumpir -lo que ya era- una imparable carrera artística. Lo que no sabían estos obedientes funcionarios públicos era que el cantautor era zurdo.

El Café que traje a la memoria con esta lectura estaba en la esquina de Baigorria y Bermúdez, Villa Devoto. A escasos cien metros de la cárcel. Lo conocí en el año 2009. Por entonces, me encontraba gestionando la publicación de unos libros para el GCBA que hablaban de los barrios la colección completa son tres volúmenes titulados “Historias de barrios”–. Andábamos con @analuzphoto buscando imágenes para acompañar el texto sobre Villa Devoto cuando, dando vueltas, caímos a comer algo en la esquina en cuestión.   

El boliche no integraba la lista de los Notables. Más bien era un valioso exponente de los que apenas se notan. Hoy, doy por seguro, integraría el listado de los @bardeviejes.

Con Luz estuvimos discutiendo largo rato sobre cómo abordar un registro fotográfico del lugar. No llegamos al bar con el plan de contar a Villa Devoto desde sus mesas, pero el sitio merecía ser inmortalizado en fotos. Tampoco deseábamos importunar a nadie. De ahí que, salvo mi definida imagen, todos los presentes salen esfumados.

Hoy volví a pasar por la esquina de Baigorria y Bermúdez. Y charlé con el kiosquero de enfrente. Me contó que el bar cerró hace unos ocho años, cuando falleció su propietario. Luego tuvo otros usos. Del mobiliario no quedó nada. Se conocía como el Bar de Paso. Con P mayúscula, porque Paso se apellidaba el dueño. Bonita puntería. Rememoré mi paso, el de los parroquianos de ese día, el tiempo privado de libertad de los pasantes encarcelados, a Yupanqui y las palabras que le dedicó Eduardo Galeano cuando despidió a su “arriero” amigo: La historia del pobre se canta o se pierde. Como la de este bar. Y tantos otros más.

#cafécontado #bardepaso #villadevoto

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Café Roma (o donde Jesús renació y se hizo romano)

En una reciente nota al diario La Nación, Eduardo Galeano hizo alarde de que en su Montevideo natal todos los días toma un café con Dios (http://www.lanacion.com.ar/1583163-el-poeta-inagotable). Pues bien, que por acá no somos menos, en Buenos Aires podés hacerlo con Jesús.

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Jesús es el propietario del Café Roma, Anchorena y San Luis, Abasto. Junto a su primo Laudino lo atienden desde 1951 cuando llegaron de Asturias en busca de un renacimiento a sus sombríos destinos ibéricos. El edificio es una construcción de 1923 y en sus orígenes funcionó como almacén-bar. No confundir con el Notable «Roma» de La Boca. El Roma del Abasto también tiene sus particularidades y se ganó su merecida mención entre los que apenas se notan. Cafetín de esquina. Tiene el privilegio de pertenecer al vecindario de Gardel. La Casa Museo Carlos Gardel queda sólo a 200 mts. Jesús se hizo cargo del Roma (porque así se llamó desde siempre) varios años después de la muerte del Zorzal y no tiene certeza de su paso por el café, pero puede afirmarse que Gardel nunca se acodó en la barra de este rincón del Abasto quedando a tan sólo dos cuadras de su casa y a una del Mercado? Sigue leyendo

Café Brasilero

El Café Brasilero es a Montevideo lo que su Cabildo. Le otorga el Título Honorífico de Ciudad con Cafés. Está enclavado en la planta baja de un edificio art nouveau, patrimonialmente protegido, que le agrega valor a su rica historia.

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Fundado por los Sres. Correa y Pimentel en 1877, es el café más antiguo de Montevideo. Está ubicado en Ituzaingó 1447, esquina 25 de Mayo. A pasos de la Plaza Matriz. ¿Hace falta algún otro elemento de interés para convertirlo en una parada obligada? No, sin embargo los tiene. Y muchos.

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Sus características cumplen con toda la liturgia de un cafetín. Tamaño perfecto (57 m2). Iluminación cálida y justa. Boiserie de madera. Respeta, incluso, el lujoso privilegio de tener piso de pinotea. Todo copiable y reproducible. Sin embargo, su distinción pasa por el capital cultural simbólico y único que acumuló a lo largo de su historia. El Café Brasilero fue (y es) un reducto de la intelectualidad, bohemia y cultura montevideana. Entre los músicos, han pasado por su mesas desde Carlos Gardel a Daniel Viglietti y Luciano Supervielle. Aunque fue la literatura que lo marcó definitivamente. En sus mesas escribió largas tardes Mario Benedetti.

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Ph: Fundación Mario Benedetti

Hoy, quien sigue la rutina de inspirarse en sus mesas es Eduardo Galeano. Y el Café Brasilero le rinde merecido homenaje ofreciendo un tipo de café a su nombre, el «Eduardo Galeano».

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Es un pecado impiadoso e imperdonable desconocer el Café Brasilero. Preparen el bolso y crucen el charco de inmediato.

Para más info:

http://www.cafebrasilero.com.uy/

o pueden hacerse amigos en Facebook:

http://www.facebook.com/cafebrasilerouy

 

«Soy hijo de los cafés», Eduardo Galeano

café brasilero montevideo

«Soy hijo de los cafés. Todo lo que sé se lo debo a ellos. Sobre todo el arte de narrar. Lo aprendí escuchando, en las mesas de los bares, a aquellos maravillosos narradores orales cuyos nombres ignoro, que contaban mentiras prodigiosas y las contaban de tan bella manera que todo lo que contaban volvía a ocurrir cada vez que ellos lo narraban.»

Eduardo Galeano cuenta a la revista del diario La Nación su entrañable vínculo con los cafés.

http://www.lanacion.com.ar/1583163-el-poeta-inagotable