El auto estaciona en la puerta del café. La mitad de la cola ocupa el espacio de la rampa para discapacitados. El policía de la Federal que cuida la esquina se incomoda. Aunque no esté dentro de sus atribuciones se supone que debiera decir algo. Al menos manifestarle al impune conductor de la inapropiada acción que acaba de realizar. En verdad, la cuadra entera está ocupada de autos en infracción. Estacionar en esta calle céntrica está prohibido. Pero, los porteños tenemos esa relación con la ley. La sometemos a nuestra voluntad. Hasta aquí una situación de ilegalidad cotidiana que no sorprende a nadie. Salvo que el hecho desafiante sucede en plena zona de Tribunales, sobre la calle Libertad, en la puerta del Petit Colón. Sigue leyendo