Nelly Estrella (apodo poco creativo para tanto talento) vivía en el Barrio Rioja en Parque Patricios. Unas moles en altura que albergan a miles de vecinos. Cuando la crisis del 2001, sus escasos conchabos se cayeron y tuvo que reinventarse. Ya nadie pagaba por planchado, tortas de cumpleaños o remiendos. Su único capital era una vieja computadora heredada de su nieto y la colección completa de la Revista Antena. Amante de los horóscopos se armó un Excel con cada pronóstico de cada signo zodiacal de cada número publicado según cada año. Incluso sumó otra planilla con la fecha de nacimiento de todos los famosos de la farándula. Oro en polvo. Sólo le restó ingeniarse un seudónimo (Nélida por mucho tiempo garpó en el mundo del espectáculo y Estrella… en fin), luego falsear estudios de astrología e imprimir unos panfletos para repartir debajo de las puertas de las unidades de las torres y por todo el vecindario. “Carta astral. Leo el porvenir. Por qué te pasa lo que te pasa. Conjuro gualichos. Nelly Estrella – Astróloga.”
Actuaba así: se presentaba un iluso queriendo saber el motivo de sus desvelos, Nelly le pedía día y hora de nacimiento, árbol familiar, lo semblanteaba con cuidado y le cobraba un 50% de adelanto. Después, en su casa, entraba al Excel, chequeaba si la fecha coincidía con la de un famoso y en virtud de los detalles recibidos iba cocinando toda una fábula que mezclaba fechas, signos y pronósticos. Alquimia pura. Algoritmo casero mucho antes de que Zuckerberg inventara Facebook. La Argentina es una inagotable fábrica de genios y Buenos Aires los contiene a todos en sus cafés.
Esos años de crisis, cuando la marea de la desocupación anegaba todo, Nelly supo mantenerse a flote. Hace rato que no sé de ella. La conocí leyendo su flyer en la mesa del bar. Atendía en La Canoa (hace un par de años cerró para siempre). En la esquina de Deán Funes e Inclán. Un barsucho de náufragos que hacían agua por todos lados. Y que esta resiliente urbana supo conducir señalándoles un rumbo. Porque todos tenemos una estrella. O una antena que sintonizar según el viento.
Texto: Carlos Cantini
Ilustración: Lucio Cantini
Hoy pasé y tras los vidrios se veían mesas armadas listas para un almuerzo o la cena. ¿Puede ser que haya reabierto en alguna forma?
Ojalá! hace mucho que no paso. Voy a ir a chusmear. Gracias por el dato.