Caballito es uno de los barrios más grandes y poblados de Buenos Aires. Dispone de áreas muy comerciales de alto tránsito peatonal y consumo, y también de otras de casas bajas, tranquilas y señoriales. En ambos casos sus cafés responden a la demanda con locales de las más conocidas cadenas (nacionales e internacionales) o propuestas gourmet glamorosas e íntimas. Pero existe otra zona, menos vanidosa, donde en una misma intersección, Méndez de Andes y Neuquén, existen dos propuestas que se potencian y complementan: El Viejo Buzón y Wilde. 2 x1. Café a Caballito.
Como reza su página de Facebook, El Viejo Buzón es un pedazo de «tablón» en Caballito. La cancha de Ferro queda a unas pocas cuadras y los hinchas, jugadores y ex-jugadores ocupan las mesas de este café como si fuera una extensión del Club. Cacho Saccardi, el Beto Márcico, Carlos Timoteo Griguol, como también Alejandro Apo, fueron y son parroquianos de rutina. El lugar debe su nombre al buzón del Correo Argentino que se luce en la vereda. En sus comienzos supo ser una panadería, luego almacén y continuó convocando a los vecinos a las mesas de café y bebidas espirituosas por la noche. En 1993 la Legislatura porteña lo nombró «Esquina Histórica de Buenos Aires». En su interior funciona la Radio Conectividad (www.radioconectividad.com.ar). El Viejo Buzón sirvió de escenografía para filmar películas (Ciudad en Celo) y series de televisión (Los sónicos) por su auténtico carácter barrial. Hoy es un Café/Pub con una variada propuesta artística nocturna.
La otra propuesta, cruzando la calle Espinosa (es una zona de varias esquinas porque Neuquén atraviesa en diagonal la tradicional cuadrícula), es el Wilde que debe su nombre a su actual propietario, un montevideano hincha del Club Nacional de Fútbol, que se hizo cargo del café en los ’80 sosteniendo el rubro de otro antiguo e histórico sitio en el barrio.
El Wilde mantiene su barra original, ventanas guillotina, y cumple con el imaginario de todo café de esquina. Antes de servir «chivitos» (más una exquisita carta de menú porteño) supo ser desde 1949 (aunque ya funcionaba como café desde antes) el Bar López. Más conocido luego del ’55 como «La Cañonera», porque en sus mesas parroquiaba Atilio Renzi, mano derecha de Evita en su Fundación y mayordomo del matrimonio en la Residencia Presidencial. Por esos años también ocupaban sus mesas funcionarios del gobierno peronista y por sus ventanales advertían los movimientos «libertadores» del nuevo derrocamiento que se gestaba.
Hoy las dos propuestas son complementarias. Por como gira la trayectoria del sol en este rincón porteño es aconsejable visitar el Wilde por la mañana o disfrutar de su oferta gastronómica a la hora del almuerzo. Por la tarde, pero sobre todo de noche, el Viejo Buzón se revela más tentador. Además, los dos cafés están a sólo 150 metros de otro sitio muy recomendable: el Museo de Escultura – Luis Perlotti (Pujol 644), lugar que fue la casa taller del escultor y donde realizó la mayoría de su obra. O sea, a la hora que sea que visiten al Museo, dando vuelta la esquina tendrán una propuesta para ir y sentarse un rato en una esquina cargada de historia, bohemia y poesía.
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