La Colmena, una película de Café

«La Colmena no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad. Un trozo de una vida narrado, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad como la vida discurre. Queramos o no queramos. La vida es lo que vive -en nosotros o fuera de nosotros-; nosotros no somos más que su vehículo, su excipiente como dicen los boticarios».

Camilo José Cela

Mario Camus llevó al cine, en 1982, el texto de Cela que transcurre, en gran parte, en el Café La Delicia. El Café sirve de refugio para el frío, la soledad y los sueños compartidos de miles de madrileños de la posguerra civil. Muchos de éstos (junto a tantos otros de La Coruña y Asturias) emigraron a Buenos Aires buscando otra suerte. Y se instalaron en nuestra ciudad para hacer lo que mejor sabían: atender Cafés. Los Cafés de los «gallegos» produjeron el clima, el ambiente y la contención espiritual que transmite la película, dándole cobijo y un lugar de trabajo a grandes letristas de la época de Oro de nuestro tango.

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