«Ya se sabe que el ajedrez y los bares de esta ciudad guardan una historia en común con más de tres siglos de recuerdos. Fue justamente, en el siglo XIX, cuando Buenos Aires no era reina ni plata, que el ajedrez se convirtió en punto de encuentro en los bares; tertulianos con apellidos de abolengo se reunían los domingos, después de misa, en los salones de los cafés Los Catalanes, Marcos, Lloverás, Katuranga, Los 24 billares o Tortoni. Acaso, ese entorno de silencios recónditos, responsable de los cálculos fallidos alentó a esa cofradía a la búsqueda de un espacio recoleto. Así nacieron las primeras salas y clubes de ajedrez.»
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