En Palermo, extenso barrio hoy dominado por la cultura francesa de las patisserie, boulangerie y cafés gourmet, se sostiene desde principios del siglo XX, en una esquina, a puro café con leche con tostado mixto, independiente, orgulloso y gallardo: Montecarlo.
Montecarlo queda en Paraguay 5499, esquina Emilio Ravignani. Es un viejo café de esquina que data de 1922. La cercanía a dos líneas ferroviarias más el viaducto Carranza lo incomunicaron otorgándole un halo de misterio e intimidad. Ese es su secreto. Su invalorable aporte al listado de cafés que conectan con lo porteño manteniendo la esencia. Aún no es Café Notable. Típico exponente de los que apenas se notan. Gerardo, su actual propietario, es artista plástico y lo heredó de su padre gallego que lo compró en 1960. El porqué del nombre no pude saberlo, pero sí que la leyenda cuenta que el Che Guevara lo frecuentaba o que hasta 1940 los petiseros ataban sus caballos en la puerta luego de varearlos desde el Hipódromo (que, accidentes urbanos modernos mediante, está a pocas cuadras).
Montecarlo es un enclave estratégico para un cita romántica. Salón espaciado, amoblamiento de calidad, decorado con obras de arte de Gerardo Lorenzo (el propietario). Gerardo me cuenta que sirve el café con leche en un tazón bombé cuyo tamaño sólo se puede encontrar en el Británico (San Telmo) o en Atalaya (Ruta 2). Este hecho, más el tostado de miga, (parece que Facundo Arana afirma que no existe otro igual) ya garantizan la visita.
Gerardo se hizo cargo de café hace pocos años. Lentamente va recuperando imágenes y objetos que habían sido retirados por viejos y que hoy cargan de sentido al lugar. No le agrada ni necesita (por suerte) de hacer publicidad en medio. Tampoco de ofertas convocantes. Hace unos pocos días abrió una página en Facebook que apenas mueve. Aquellos que disfrutan de la paz de un sitio para disfrutar de un café, una charla, la lectura o de escribir, sabrán llegar. Al porteño de café lo conduce a lugares como estos un GPS genético. Entre sus parroquianos notables se pueden mencionar a Jorge Fernández Díaz, Martín Kohan, Kevin Johanssen y el mencionado Facundo Arana.
Está en Palermo. Palermo de cuchilleros y taitas según Jorge Luis Borges para quien la civilización concluía a orillas del arroyo Maldonado (Av. Juan B. Justo). Es un café que todo porteño debe conocer. Y los turistas que quieran saber algo más de nosotros visitar.
Más info:
Què belleza de esquina! Gracias por compartir este «secreto» bien guardado.
Por nada Ana. Agradezcamos que todavía quedan estos lugares para disfrutar!
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A mí en el Montecarlo se me quedó un trozo de mi vida, y cada vez que veo fotos o sueño con volver, la revivo un poco.
Imagino girando de nuevo la esquina para entrar a comer las mejores medialunas que me regaló Buenos Aires. Imagino de nuevo cómo se detenía el tiempo al cruzar esa puerta, cómo uno se sentía en casa, orgulloso de un lugar que no era suyo, orgullo de pertenecer a los parroquianos que cada día disfrutábamos de ese café, de esa familia.
Sueño desde Madrid, con la esperanza de volver pronto.
Uf, JB, se me hace que vos y Montecarlo se merecen un café pronto.
Vivi años a una cuadra. Tomé cafés sola, casada y con mi primer hijo allí. Hoy vivo en Tandil y recuerdo con mucho amor esos momentos en Palermo. Hermoso lugar al que pronto volveré.